En un partido feroz e intenso, donde se cansaron hasta los plateístas, Independiente y Vélez repartieron puntos en el Fortín de Liniers. Ambos equipos se rearmaron como para pelear en los puestos de vanguardia a través de un importante pero potencial juego ofensivo. Vélez apuesta más al juego asociado, al toque de primera, a el vértigo corto y preciso. Independiente se siente más cómodo en el contragolpe con muy buen pie en varios de los jugadores que se mueven de mitad de cancha en adelante. Lo mejor se aprecia cuando se juntan el Rolfi, Fredes y Nuñez. El retroceso en el segundo tiempo opacó lo que el equipo insinuó en el primero. Digo insinuó porque por ahora no lastima, llega hasta el borde del área mucho más que el torneo pasado pero no es incisivo. Por eso, el sábado a la noche, la figura de la cancha y patrón del equipo hay que buscarlo en la defensa: Leandro Gioda, un imán potente para cada centro llovido que cayó en territorio de un Assmann que todavía no puede recuperar la confianza. Gioda salió a poner la cara por el arquerito, pero también por un inestable Rodríguez que siempre empieza a afianzarse en la 5ta o 6ta fecha, por Mareque que abusó de la gambeta cerca del área quizá confiado en sus dotes técnicas reconocidas, y también por Moreira que de a ratos fue impasable y de ratos convirtió el vértigo en desorden. El número 2 entonces fue el estandarte de la ‘resistencia’ roja que no terminó de conformar.
Sacó todo por arriba, por abajo, y demostró que no se ha olvidado de lo que mostró en las primeras temporadas, que aún cuando la lucha por el puesto la tiene con uno de los jugadores más queridos del plantel (Matheu), no se siente intimidado. No debe haber en el fútbol argentino un equipo con dos líberos de tanto nivel.
Por eso, los digo sin despeinarme, Gioda demostró que para descoserla no hace falta llevar la 10 en la espalda.
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